Llevábamos un tiempo con ganas de visitar alguna estación de esquí, y aprovechando que el hermano de mi marido iba para Sierra Nevada a pasar un fin de semana con mi cuñada y los críos, nos apuntamos con ellos y nos fuimos a pasar un par de días aún a sabiendas de que apenas había nevado todavía...
Como ellos iban a un hotel en Sierra Nevada, y nosotros pensabamos aparcar la auto en el área de autocaravanas que hay en la parte alta del pueblo, decidimos encontrarnos una vez que llegásemos y nos hubiésemos instalado.
Así que, nosotros sin prisas, salimos el miércoles por la tarde, al rato de comer... y después de hacer alguna que otra parada por el camino, llegamos hasta Armilla, un pueblecito que esta prácticamente pegado a Granada, antes de subir a la estación. Queríamos comprar unas cadenas y aunque sabíamos que no había tanta nieve como para ponerlas, preferíamos tenerlas ya para cualquier ocasión que se presentase en el futuro. Y precisamente en Armilla, había un establecimiento del que nos habían hablado muy bien en cuanto a calidad/precio, por lo que que decidimos hacer una parada para comprarlas antes de subir.
Después de localizar la tienda y comprobar que estaba cerrada (era ya algo tarde) pensamos que lo mejor era dormir esta noche allí mismo, pues la carretera podría estar helada a estas horas de la noche y no queríamos problemas. Así que, paramos en la gasolinera del pueblo, y como tenía un buen aparcamiento y una buena iluminación, además de que el chico nos dijo que no se iba de allí en toda la noche (o sea, que tendríamos vigilancia) pues cerramos todo bien y después de cenar estupendamente y descansar un ratillo, preparamos las camas y dormimos a pierna suelta hasta la mañana siguiente.
El jueves por la mañana en cuanto nos levantamos, nos pusimos en marcha de inmediato. Un buen desayuno... (nos estamos acostumbrando mal... cada vez que salimos desayunamos croissants tostados con mantequilla y mermelada... y esto ya se está convirtiendo en una costumbre... menos mal que luego lo deshacemos todo con las caminatas que nos pegamos y las excursiones, jejeje...) y a recoger para seguir la marcha.
Una vez que terminamos y vimos que la carretera tenía buena pinta (el sol ya daba de lleno) subimos tranquilamente para la estación. Buscamos las indicaciones para subir hasta el área para autocaravanas Los Peñones
y llegamos sin más problemas.
Aunque digo yo que podían haber dejado el área un poquito más abajo ¿no? Vamos... que teniendo en cuenta lo grandes y pesados que son estos vehículos, nos han puesto en lo más alto de la estación... justo al lado del aparcamiento del telecabina Virgen de las Nieves.
En fin... que llegamos a tiempo, pues todavía no se había llenado el área y quedaban bastantes plazas por cubrir. (Y menos mal, porque poco después ya no había sitio para tantas AC's que llegaron y tuvieron que quedarse por fuera del área.
Como mis cuñados no daban señales de vida, pensamos que mejor los llamábamos más tarde, pues era posible que ellos hubiesen salido de madrugada (como los críos son más peques...) y llegarían algo más tarde... así que, esperamos algo más para ponernos en contacto.
Cuando llegamos nos dimos cuenta de que no había nada de nieve. Los críos desesperados, pues la veían en las pistas (artificial, claro), enfrente de donde estabamos, pero no podían jugar con ella... en el aparcamiento no había ni una pizca.
Nosotros ya habíamos visitado esa zona de Monachil. Concretamente el año anterior, antes de tener la autocaravana, estuvimos unos nueve días por la provincia de Granada, y tuvimos tiempo de recorrernos muchos de sus bellos rincones, entre los que se encontraba Sierra Nevada. Lo que pasa es que nosotros lo recorrimos en septiembre, época en la que no había nada de nieve (ni siquiera artificial) y ni los remontes estaban abiertos.
Ahora, por la mañana, el sol resultaba deslumbrante. Preciosa la vista desde la zona más alta de Sierra Nevada (aún sin apenas nieve)... y es que, justo enfrente del aparcamiento se encuentran las pistas tan blancas (la única nieve que había era esa, la que tiraban artificialmente a las pistas), que junto al brillante sol matutino, cegaban con solo enfocarlas.
Bajamos de la auto, y dimos un paseo para ver la zona y hablar con el responsable del área. Según nos comentó la chica encargada, había autobuses durante todo el día cada media hora, aproximadamente (el tema no estaba en bajar con la auto, ni andando, y la solución del autobús era lo más acertado) y compramos unos bonos para que nos saliera más barato, ya que ibamos a utilizarlos durante varios días.
Cuando ya estabamos preparando para salir y esperar el autobús nos llamó mi cuñado para decirnos que ya estaban en el hotel, por lo que quedamos con ellos en un par de horas para darles tiempo a que se organizaran con la habitación y demás...
El caso es que de que quisimos encontrarnos y llegar a la plaza no había forfaits para subir en el día, y mi cuñado (que fué el encargado de ponerse a la cola) los compró para el día siguiente directamente.
Es curioso ver como una ciudad puede transformarse dependiendo de la temporada en la que se encuentre... pasa como con las playas dependiendo si es verano o invierno... recuerdo cuando nosotros fuimos a visitar Monachil en septiembre... nos pareció un pueblo fantasma... con todos los remontes cerrados, la plaza de Pradollano vacía (pero vacía, vacía) ni una sóla tienda abierta (con la cantidad de comercios que hay en ella) y únicamente un bar (en el que tomamos un café) con cuatro personas si acaso...
En cambio, ahora, en pleno puente de la Constitución en Diciembre, el gentío en la plaza era abrumador... las colas para los forfaits y para entrar en los remontes, kilométricas, y la gente bullía por todos sitios animando de tal manera el barrio, que no me pareció en absoluto la Sierra Nevada que había visto unos meses antes... (y eso que aún no había nevado en condiciones)Total, tal era la cantidad de gente que había que, como he comentado antes, nos quedamos sin subir este día, así que, decidimos aprovecharlo para que los niños jugasen por la parte baja del pueblo, aunque fuera sin nieve... Nos tomamos unas cañas en una de las terrazas, y después estuvimos paseando por la zona, hasta llegar al centro de actividades Mirlo Blanco.
Aquí, gracias a los cañones y la nieve artificial, los niños podían jugar con algo de nieve... estuvimos mirando las tarifas, y dando una vuelta viendo la pista de patinaje, y las distintas atracciones que había para los críos.
Se hizo la hora de comer, y quedamos en que nos separabamos para comer y a la tarde nos volveríamos a juntar para que los niños jugasen. Nosotros nos subimos en el autobus hacia el parking y comimos. Después de comer, estuvimos descansando un ratillo, y aunque en un principio habíamos pensado en bajar a Pradollano, nos lo pensamos mejor, pues eran ya las cinco y pico y no merecía la pena bajar. Preferímos pasar la tarde por la zona de arriba, viendo la tele y descansando, ya que también hacía frío para estar dando paseos...
Lo cierto es que se nos pasó la tarde en un abrir y cerrar de ojos... y cuando llegó la hora, nos metimos a la cama.
Al día siguiente, el viernes, amaneció también muy soleado.. (parece ser que es la tónica habitual en Sierra Nevada) y quedamos con mis cuñados temprano para aprovechar bien la mañana en la estación de Borreguiles.
Cuando nos juntamos con ellos en la plaza de Pradollano, y como mis cuñados llevaban un trineo para sus nenes, pensamos en comprar uno nosotros para que los chicos disfrutasen... ya que no tenemos esquíes, al menos sí podrían tirarse con los trineos y pasarlo en grande... total, 30 euros de nada, un pedazo de plástico para tirarse por la nieve, jejeje en fin.. todo fuera por los niños...
Lo malo fué que una vez que ibamos a subir al telecabina, nos quitan los trineos y nos dicen que nos los guardan (etiquetados) porque no están permitidos arriba. (según nos comentaron hubo algún accidente mortal la temporada anterior y los tenían prohibidos)
Y ahí, sí que nos mosqueamos... porque... digo yo... si no me permiten usarlo en los sitios en donde hay nieve... ¿Por qué en la tienda no me informan de ello??? ¿Tienen que engañarme de esa forma?? ¿No se dan cuenta que podría haber vuelto a la tarde con el trineo sin estrenar y haberles montado un pollo??
Bueno... el caso es que subimos (sin trineos) y llegamos hasta borreguiles.
La verdad es que se estaba genial... no había casi nieve... pero los chicos pudieron jugar, al menos no se aburrieron...


Desde allí se veía preciosa la montaña, pudimos disfrutar de una mañana buenísima... aunque el gentío era impresionante... cuando nos cansamos de andar de acá para allá, nos acercamos al restaurante y nos pedimos unas cervezas y unos zumos y coca-colas para los críos.
Y cuando nos hinchamos... (aparte de que uno de mis sobrinos no estaba muy católico ese fin de semana, y tenía algo de fiebre) nos bajamos otra vez hasta Pradollano.
Mis cuñados se quedaron en el hotel para darle algo al nene que le bajase la fiebre, y nosotros subimos hasta la auto a tomar algún bocado.
A la tarde, volvímos a quedarnos en la auto, leyendo y viendo la tele, pues aunque habíamos quedado otra vez en bajar, lo cierto es que se hacía muy pronto de noche, y no nos apetecía bajar hasta Pradollano, además de que el sobrino, seguía algo pachucho y mis cuñados que al principio habían quedado en dar un paseo con nosotros, tampoco saldrían con el nene tontorrón por la fiebre.
El caso es que pasamos la tarde otra vez en el parking de los Peñones... dimos algún que otro paseo para observar el bello paisaje que se contemplaba desde ese punto tan alto de la estación, y nos dimos cuenta de que el área para autocaravanas estaba a rebosar de vehículos... hasta el punto, que ya no cabían en el interior del recinto creado para aparcarlas, y se habían instalado en el resto del parking (parece que después lo han ampliado) por el exterior... estaba claro que el puente había sido el pistoletazo de salida para esta temporada en Monachil, pues estaba todo hasta la bandera.
El sábado por la mañana bajamos de nuevo a media mañana en el autobús y nos encontramos con mis cuñados de nuevo en la plaza de Pradollano.
Después de pasearnos por los alrededores, acabamos en la zona recreativa del Mirlo Blanco, en donde mis cuñados, acompañados de sus hijos y de los míos, pasaron a tirarse con los trineos y se lo pasaron pipa.
Mientras, mi marido y yo aprovechamos que estabamos solitos y nos alejamos un poco hasta aposentarnos en una de las cafeterías y tomarnos una cerveza bien fresquita mientras hacíamos tiempo hasta que saliesen.
Increíble el tiempo que se puede tener a una persona en una cola para pedir dos cervezas y unas papas... esa fué una de las cosas que no me gustó de allí... imagino que será porque les falta personal... pero por la cantidad de dinero que sacan, bien podrían poner en cada ventanilla (forfaits, taquillas de todo tipo, cafetería, etc...) el doble de personal, e ir aligerando las colas, porque las había para todo, en cualquier negocio o ventanilla, y eran todas interminables... y se hacían eternas...
Al final, conseguimos dos cervecitas, y nos las tomamos tranquilamente observando el panorama...
Cuando nos las terminamos, acudimos adonde estaban los demás para recogerlos, y como ya era la hora de comer, nos volvimos a despedir de mis cuñados, pero esta vez quedamos en que subirían ellos a la tarde en el autobús para tomar un café con nosotros en la auto.
Y así fué. Después de pasar la hora de la siesta tranquilitos, subieron mis cuñados con los críos y estuvimos tomando un café (con pastas que había comprado yo por la mañana en un super de abajo, jejej) y charlando hasta que se hizo casi de noche.
Al final, salimos a despedirlos hasta el autobús, y quedamos en que por la mañana (domingo) nosotros saldríamos a media mañana hacia Albacete. No quedamos en marcharnos juntos, pues ellos querían pasar el día en Granada, y nosotros ya la habíamos visto y preferíamos empezar la vuelta cuanto antes.
Y así terminamos este viaje. Por la mañana, esperamos a que se hiciera media mañana para que no hubiera hielo en la carretera, y cuando vimos que el sol ya daba fuerte, salimos hacia casa despidiéndonos de Sierra Nevada y pensando que lo habíamos pasado de fábula (y que el trineo no lo habíamos estrenado y nos habíamos quedado con las ganas). Pero ya habría otras ocasiones, jejeje...
Como siempre, volvíamos a casa con tristeza porque ya se nos acababa lo bueno, pero haciendo nuevos planes para estrenar el trineo...
























Nos enamoramos de ella en cuanto la vimos... y no nos lo pensamos dos veces. Ésta, además de ser bastante más nueva que la anterior, tenía un motor mucho más potente y eso era en gran parte lo que nosotros íbamos buscando. Así que, después de terminar el trato con su dueño (al final la compramos a un particular) quedamos con él en que iríamos a por ella, y al pasar el puente del Pilar (antes no pudimos ir a por ella) nos marchamos los cuatro en tren, para venir todos montados en la auto de vuelta hasta Albacete.
Recuerdo que llovía a cántaros, jejejej... menuda experiencia para ser la primera a bordo de la nueva AC. Aunque vino bien, pues así comprobamos que no había goteras y que podríamos dormir tranquilos en caso de una fuerte tormenta con lluvias...
Total, que llegamos a casa y dejamos la AC en su sitio. Dejándola lista para pegarle un buen enjabone en cuanto tuviésemos el primer rato libre.
Y así fué como comenzó una nueva etapa en nuestras vidas...
A la mañana siguiente, pensamos en ir a caminar, y que mejor sitio que un paraje de la zona denominado
y a partir de ahí, recorrimos a pie todo el camino hasta llegar a la preciosa cascada. Unos más deprisa, otros más despacio.... pero al final todos llegamos al hermoso lugar, en donde la visión de la caída del agua y el sonido tan agradable que producía, nos permitió relajarnos un rato mientras nos recuperábamos de la caminata.
Cuando descansamos, volvímos lo andado, disfrutando del paisaje... la jara... el cantueso.... y tanta riqueza floral que nos tenía absortos en el camino.
Después del largo paseo, que nos llevó casi toda la mañana, nos dirigimos con las autos hacia la zona recreativa de Retuerta para comer.
Otro rincón precioso de la zona, en el que el amplio espacio del que disponíamos nos permitió disfrutar del paraje. Comimos la mar de bien, y después de un merecido reposo, salimos a dar un paseo para rebajar... mientras recorríamos el lugar.
La zona desde luego era preciosa... y andamos un buen trecho...
Como el sitio era una maravilla, se decidió pasar allí la noche, así que... y tras una tarde estupenda, nos preparamos para cenar y pasar una buena velada... con queimada incluida...
Nos pusimos como el quico... y después, a descansar...
A la mañana siguiente, domingo ya, en cuanto nos levantamos nos pusimos en marcha, rumbo a Horcajo de los Montes de nuevo, en donde buscamos una churrería y desayunamos unos churros con chocolate riquísimos.
Al terminar el desayuno, visitamos el
No es muy grande... pero resultó bastante curioso y entretenido...
Y allí estuvimos un buen rato... hasta que al salir, nos subimos a las autos para dirigirnos hacia
Y una vez allí, cerramos todo y nos dispusimos a caminar (para hacer hambre, jejej) hacia el
Y así, paseando y charlando, pasamos toda la mañana... observando la belleza que teníamos delante...
La verdad es que merece la pena visitar esa zona...
Ya de vuelta, dispusimos las mesas para comer... la comida dió paso a la sobremesa... y la charla amena se prolongó hasta media tarde.
Llegado este punto, decidimos salir cada uno para su casa, pues nos esperaba un buen trecho de vuelta. Así pues, recogimos todo, y nos despedimos con besos y abrazos deseando un pronto reencuentro.
Y así terminó el fin de semana, y el que fué nuestro último viaje (aunque aún no lo sabíamos) con nuestra primera autocaravana. El viaje de vuelta, como siempre con pocas ganas de llegar al destino...
Llegamos hasta el desvío y empezamos a subir la cuesta. Al llegar a Lanjarón, tuvimos un pequeño problema con los frenos... que casi nos obliga a pernoctar en ese lugar. La buena suerte nos acompañó, y al final subimos casi hasta la finca, que por cierto, estaba en una zona bastante elevada.
No llegamos hasta la misma finca, pues era noche cerrada ya, y el acceso, estaba algo complicado. Así pues, decidimos pasar la noche en una amplia zona que había en el camino, ideal para aparcar, y en la que cabíamos bien las pocas autocaravanas que subimos.
El resto de autos, nos esperaban ya arriba, pues habían llegado a lo largo de todo el día. Y según nos contaron al día siguiente, también tuvieron sus problemas para poder pasar. Parece que el camino para entrar a la finca estaba demasiado en pendiente para que nuestras autocaravanas, ya entradas en años, pudieran pasar.
Pero no tardaron en arreglarlo. Vino uno de los dueños con un tractor pala, y en plena noche ya, hizo otro camino en la parte más alta de la carretera, para que en vez de cuesta arriba, las autos pudiesen entrar bajando.
El caso, es que a la mañana siguiente, cuando despertamos, nos pusimos en marcha los que aún estabamos a medio camino. Nos quedaba sólo la última parte, que era la más complicada, pero al final, todos llegamos hasta el lugar de la quedada sin problemas.
Desde luego, las vistas desde el lugar eran preciosas...
Los niños disfrutaron muchísimo también...
Cuando terminamos de acomodarnos, el dueño de la finca, nos comentó que tenía que atar unas cepas que tenía plantadas, y gustosamente (y para pasar la mañana...) nos ofrecimos a ayudarle entre todos.
Así que, sin más tardar, nos fuimos tras él y comenzamos a trabajar...
Todos agachando el lomo... y ganándonos la comida...
Al terminar, J Montes (que es un cocinero excelente) preparó la carne que habían comprado para la comida, creo que era cabrito o algo así...
Riquísimo nos estuvo.. no dejamos ni las migas...
Bueno, pues pasada la hora de la comida y después de reposarla un poco, nos animamos para pasear y hacer algo de ejercicio.
Los dueños de la finca, nos comentaron que más arriba de la montaña se encontraba el monasterio budista O.Sel.Ling... y hacía allí nos dirigimos...
Como estaba algo retirado, uno de los granadinos (acostumbrado a conducir y manejarse por aquella sierra como Pedro por su casa) sacó su ranchera y se dispuso a subir a todos los que cupiesen para llevarlos hasta la cima y poder ver el monasterio.
Total, que subieron dieciocho en el coche (por lo menos...) y yo no sé como llegaron, pero llegaron.
Cuando ibamos ya por la mitad del camino, el coche que volvía a recogernos, y nos subimos.
Y aquí fue donde el miedo me atenazó la garganta... el granadino se conocía la sierra como la palma de la mano, sí... pero eso de saltar con el coche de un camino al otro, campo a través... eso fue ya demasiado... esta fue otra de esas ocasiones en las que hay que besar el suelo cuando uno llega...
Cuando llegamos arriba, lo único que pudimos ver eran las diferentes esculturas y construcciones de estos monjes, que por su puesto, no se dejaron ver.
Después de pasear un rato por el lugar y ver las diversas figuras y monumentos de esta congregación, decidimos dar la vuelta por donde habíamos venido.
Cuando llegamos abajo estabamos reventados, y dedicamos el resto de la tarde en tumbarnos a la bartola y descansar.
A la noche, otra vez una buena cena. J Montes de nuevo preparó chuletas de cordero para todos. Y como broche, Borrasca preparó una queimada riquísima, que nos supo a poco, y eso que estaba bastante fuerte...
Al terminar todos a dormir, que el día había dado mucho de sí.
Y a la día siguiente, pasamos la mañana con tranquilidad, charlando sin parar y haciendo tiempo hasta la hora de comer.
Y mientras hablabamos y arreglabamos el mundo, admirabamos el paisaje.
Una belleza difícil de no observar. Nos quedabamos todos embobados mirando al horizonte, y admirando las preciosas vistas, los pueblecitos que asemejaban manchas, dando una nota de color sobre el verde de la vegetación.
Y mientras tanto, J Montes se esmeraba, con unas migas que quedaron de escándalo.
Cuando terminamos la comida, y con todo el dolor de nuestro corazón, nos pusimos en marcha, de vuelta para casa.
Nos daba mucha pena, pues la belleza del lugar nos tenía embobados, pero estabamos muy lejos de Albacete y nos esperaba un largo camino de vuelta.
Y así llegamos al final de este fin de semana en las Alpujarras. Y como siempre digo, nos daba muchísima pena el momento de la llegada, pero había que ir pensando en el siguiente viaje a realizar.